¿Cómo se relaciona el yoga con el amor? Tal vez haya formas obvias, como hacer algo que amas o hacer algo que es bueno para ti. Pero el verdadero Yoga del Amor es mucho más sutil y mucho más profundo. Podemos mirar a la Yoga Sutras para ayudarnos a expandir: “O meditando en cualquier cosa que uno elija que sea elevador”. (Sutra 1.39, traducción de Reverendo Jaganath Carrera)

Este sutra expone todas las formas en que uno puede estabilizar la mente. En varios comentarios se ha mencionado el amor como algo que eleva o sobre lo que se desea meditar. Como es un sentimiento tan omnipresente en el repertorio humano, está fácilmente disponible para que nos involucremos.

En primer lugar, ¿qué entendemos aquí por amor? El amor puede ser muchas cosas para muchas personas. Como es imposible decir con palabras exactamente lo que es el amor, digamos lo que es. no es. El amor no es poseer a otra persona. El amor no es una cajita bonita y ordenada de expectativas y el cumplimiento de esas expectativas. El amor no es condicional.

En la traducción de Charles Johnston de Los Yoga Sutras de Patanjali (en referencia al Sutra 1.39), define el amor como “una forma de conocimiento”. Continúa diciendo, “…que conocemos verdaderamente cualquier cosa o cualquier persona, haciéndonos uno con ella, en amor. Por lo tanto, el amor tiene una sabiduría que la mente no puede reclamar, y mediante este amor sincero, este volvernos uno con lo que está más allá de nuestras fronteras personales, podemos dar un gran paso hacia la libertad”.

El corazón tiene el poder de sentir y ver a pesar de los cálculos de la mente. Este conocimiento, sentimiento o visión profundos nos saca de nuestras tendencias automotivadas. Cuando amamos, nos volvemos generosos sin esfuerzo. Nuestro amor no necesita ser evocado, manipulado o fingido. Simplemente fluye libremente, desde un lugar de abundancia. no se agota Esto puede ser contrario a nuestros patrones habituales de miedo, codicia, tendencias egoístas y protección.

Por lo tanto, el amor nos invita a experimentar la unión o la “unidad”. Yoga significa literalmente yugo, o unirse. Uniendo cuerpo, corazón y mente. Uniéndonos a nuestro mundo ya nuestra experiencia. Reconocer que somos interdependientes. Que las líneas entre uno mismo y los demás son mucho más delgadas de lo que pensamos.

Entonces, ¿cómo llegamos a la unidad a través del yoga?

La conciencia de autodominio en alguien que está libre del anhelo de objetos vistos o escuchados es desapego. (Sutra 1.15, traducido por Sri Swami Satchidananda)

El Yoga Sutras enséñanos cómo estabilizar la mente a través de las ocho ramas del yoga. Parte de esto es el desapego. El desapego es estar libre del anhelo o del deseo de poseer. Cuando amamos de verdad, nos hemos liberado del apego. La versión confusa del amor sigue estando unida y totalmente supeditada a condiciones y pretensiones. Pero la versión sabia del amor es incondicional.

Practicamos el desapego no solo a las posesiones materiales y a otras personas, sino también a nuestra propia experiencia, e incluso a nuestro propio cuerpo humano. Practicando yoga, aprendemos que nuestras poses son diferentes cada vez que las hacemos. Vemos cómo nuestra mente puede obsesionarse con querer lograr algún resultado, o lucir de cierta manera, y tenemos que dejar eso. Aprendemos a relacionarnos con la impermanencia de todas las cosas, incluso nuestras emociones fugaces, y nuestro cuerpo humano temporal. El desapego no es lo mismo que la apatía o la evitación. El desapego en realidad nos permite comprometernos más plenamente con nuestra experiencia porque nos liberamos de las acciones falsas alimentadas por el deseo de manipular la situación hacia un resultado deseable. Cuando no estamos apegados, podemos mostrarnos y relacionarnos con las cosas tal como son en el momento.

El amor también es así. Cuando no estamos apegados, podemos amar libremente y mostrarnos con otra persona en la potencia del momento presente. O podemos amarnos a nosotros mismos, no por algún logro o logro, sino simplemente porque somos quienes somos, vivos y respirando.

Este amor, esta sabiduría del corazón, puede estabilizar la mente y conducirnos hacia samadhi.

Como nos recuerda Antoine de Sainte-Exupéry en las palabras de El Principito, “los ojos están ciegos; hay que mirar con el corazón”.

Este tipo de amor que a menudo sentimos de forma natural. Pero también es bueno cultivarlo. Con nuestros amigos, nuestros hijos, incluso nuestras parejas, podemos contemplar dónde somos posesivos y apegados, dónde nuestro amor tiene condiciones. Podemos reconocer la absoluta vulnerabilidad de amar a otra persona que a menudo resulta en reacciones o condiciones basadas en el miedo. Con delicadeza para nosotros mismos, podemos practicar yoga en nuestras vidas, a través de la honestidad de las cosas tal como son y rindiéndonos a la gran potencialidad que nos rodea. Más allá de asanas practicamos en nuestras colchonetas, estudiamos filosofía que es el contexto de estas poses. Nos estudiamos a nosotros mismos, nuestros propios corazones y mentes, y nuestras relaciones con los demás. Lo que cultivamos es una sabiduría profunda basada en el corazón que todo lo acomoda.

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